Buscando gamusinos
¿No permitas que la nostalgia atenace tu cordura? – rezaba un cartel que llevaba en alto un hombre subido a una mesa pequeña y que iba disfrazado de Jesucristo. Hay sitios que sin duda muestran la diversidad humana con más matices todavía que otros, y en eso, la puerta de Sol, tiene uno de los puestos de honor.
Me parecía tan contradictorio aquel cartel ¿Sería aquella la pretensión de aquel hombre? De pronto me vi inmerso en reflexiones sobre el catolicismo y las grandes religiones ¿Qué parte tendrían de verdad? Tan incapaces de mostrar pruebas, se limitan a recordar algo sucedido hace miles de años, cuando la humanidad empezaba a coger forma en el barro de la evolución ¿Podría ser que alguien más listo que los demás diseñara estos credos por la necesidad que tenía el mundo de ellos? Un modo de pasar de la adoración del Sol y la naturaleza, a una divinidad consciente y castigadora que nos observa en silencio… reduciendo los credos a algo menos puro que lo más primitivo, pero quizás, más necesario.
Dejé de pensar en la religión para perderme entre las calles, para jugar conmigo a adivinar carácteres en función de cómo camina una persona, contemplar los rostros y soñar que mis retinas pudieran ser una cámara reflex, admirar la belleza de las mujeres y la sensualidad semidesnuda que las envuelve en verano, contemplar los gestos y sacar conclusiones tan desgarradoramente ciertas para mi como ficticias para el resto del mundo.
Ser parte del todo, y nada a la vez. Sonreír con la belleza entrecruzándose con la crueldad, dándole sentido a la definición de nuestra raza. Pasearme por los gestos que nos transparentan. Aquella chica peruana que se sonroja cuando su compañero le dice unas palabras dulces que son delatadas por su mirada de follársela allí mismo si pudiera, el chico descuidado y despistado con una camiseta friki y que lleva unos cascos envolventes 2 tallas más grandes que su cabeza, la niña de 16 años que se siente fea y no deja de mirar al suelo pero que parece será una gran mujer, el señor mayor que le grita a su mujer que se de prisa mientras ella recuerda que ha olvidado cómo exigirle a su marido un respeto, o aquella chica, que al fondo, lleva una blusa blanca fina y una falda beige cuya tela ondea con el viento, que me mira fijamente con sus ojos oscuros… ¿Qué? Me mira fijamente… y no puedo evitar quedarme observándola. Es preciosa, rozando los treinta, rebosa elegancia y paz, tranquilidad, y lo que es más desconcertante, es que no deja de mirarme. Quizás ella también esté buscando a esas criaturas perfectas que se esconden entre los gestos del ser humano, esos gamusinos que no muchos conocemos y que son tan efímeros y perfectos como una pompa de jabón.
Sonreí, y vi que ella, a más de 40 metros de mi, también sonreía.
De repente, comenzó a andar hacia mi.
Intenté concentrarme, pensar en qué diría que pudiera impresionarla, me quité de la cabeza todas mis fantasías de criaturas imaginarias, y desempolvé mi inteligencia para ver si era capaz de ponerme la piel de hombre confiado y seguro, me concentré en respirar y en que mi corazón no se me saliera dando brincos por la boca, ella según se movía cada vez se parecía más a un ángel… y no sabía nada de ella ¿o sí? No, no sabía nada… era meras especulaciones basadas en instinto y experiencia, ¿Quien era esa chica?
Cuando llegó a mi lado se detuvo, a un metro de mi, y se quedó mirándome sonriente.
Yo abrí la boca intentando pensar en algo original que decirle… «Soy un multimillonario con alas», no… eso no, no tenía ni huevos ni vergüenza de decirlo… finalmente, rebajé mis expectativas hasta concentrarme en decirle «Hola», y abrí la boca ligeramente para decirlo… pero fui incapaz de completarlo, y emití un leve mugido.
– Hola – dijo ella – ¿Estás aquí buscando gamusinos?
En aquel momento, haciendo metáfora con el cómic, mi mandíbula se calló al suelo y rebotó por toda la plaza hasta la estación de Opera, para subirse en el metro y volver a mi, todo eso… en décimas de segundo. Con la cabeza de nuevo completa, asentí timidamente.
– ¡Bien! – dijo la chica muy feliz – Esto es mucho más divertido en pareja…
Se puso a mi lado mirando en la misma dirección que yo, y cogió mi mano entrecruzando sus dedos con los míos.
– Por cierto – añadió molesta – ¡Llegas tarde!
No sabía si sonreír, llorar de emoción o qué cara poner, así que la miré fijamente, perdiéndome en sus ojos. Seguí sin articular palabra.
– Pero sabes qué – dijo tras unos segundos – te lo perdonaré, tienes unos ojos preciosos. De tus labios hablaremos más tarde… pero ahora concéntrate, que no se nos vaya a escapar algún gamusino… les encanta esta hora, cuando el Sol piensa en ocultarse y las almas parpadean en ese destello tan fugaz y hermoso.
Y miré al frente sonriendo, buscando con ella.
Y no, jamás solté aquella mano.
Image from Stockvault. Called «Soap bubbles», from pxl666 (thanks)
“Soy un multimillonario con alas” jajajajaja lo que me he reído con esta frase jajaja, aysss me ha encantado el texto!!! muy potito!! :P
Gracias por llevarme a Sol, por recordarme lo divertido que es observar a los humanos desde una cierta distancia y por dejarme de ganas de más!
Abrazos en la multitud
Lindisimo! Me encanta tu poder de observación del mundo y la gente que te rodea y como te inspiras en ello para escribir tan bien.
Un abrazo…pero no uno cualquiera, sino uno al estilo Shubhaa, bien sentido. Sí señor, asi se abraza! :)*
P.D. Leí su post «Instrucciones para un abrazo» Excelente!
Gracias Kike por compartirlo!