Kleenex humanos de usar y tirar
Supongo que a lo largo de nuestra vida, todos somos, en algún momento, el pañuelo desechable de alguien, y quizás también, todos usemos a alguien de paño de lágrimas para después dejarlo por el camino y no darle el valor que tuvo.
Últimamente me he encontrado con varios casos que se acogen perfectamente a la metáfora, y aunque obviamente no cubre el amplio espectro del espíritu humano… sí podría hablar de mocosos y kleenex.
– Los mocosos. Personas que no son capaces de tratar a la gente como algo que no sea precisamente eso: un kleenex. Te ven y sienten la inevitable sensación de sonarse los mocos contigo, o bien, cosas que tengan que ver con otro posible uso de los kleenex más íntimo y lascivo. Hay personas de las que se limpian los moquitos con una esquina y ya tiran el cleenex, otras que necesitan destrozarlo y dejarlo inservible… ya sabéis ¡Cada cual se suena los mocos de una manera! Pero es básicamente gente que te usa para un propósito nada altruista, y una vez acaba contigo… te tira.
– Los pañuelos. Somos los idiotas que para solucionar cuentas pendientes de origen desconocido e incierto parecemos necesitar meternos en todos los fregaos y ayudar a todo el mundo. Luego, sin saber cómo ni cuando, te cae un montón de mierda encima que no es tuya, y es que hay cosas que un kleenex no debería permitir jamás, como que por ejemplo, lo usen varias personas con un mismo problema… deberíamos responde «Lo siento, pero ya tengo mocos de fulanito o menganita relativos a tal o cual crisis, búscate otro kleenex que yo… ya estoy cogido»
Y así es la vida, tan carente de equilibrios en ocasiones, lo ideal sería tener mocos y tener un kleenex… pero los mocosos suelen necesitar muchos kleenex y se niegan a usar Vicks VapoRub para limpiarse bien del todo, en el fondo, disfrutan y necesitan estar constipados, y son injustos y crueles en su comportamiento con los kleenex… y eso hace que cuando a un kleenex le llegue alguien resfriado le den ganas de decirle «Vete con tus mocos a otra parte«, porque el kleenex está cansado y hasta los huevos de perder el tiempo con gente que no lo merece y descuida a gente que los dobla en el bolsillo y los trata bien.
Y creo que la metáfora, francamente, se me ha ido de las manos…
No se te ha ido de las manos, KATREyuk. Lo he entendido perfectamente y es porque he sido Kleenex usado y tirado, pero además de tirado, pateado.
Ahora no me niego a hacer de Kleenex pero elijo mejor, quiero decir, que puestos a aguantar mocos que no son míos aguanto los de esos amig@s que me han demostrado que me tratan bien, que me limpian y guardan después de usarme porque no me ven como un pañuelo de usar y tirar sino como una amiga.
Aún así, todavía me equivoca alguna vez….
Querido KATREyuk, habrá que limpiarse los mocos ajenos y seguir adelante preocupandonos de quienes nos tratan bien.
Aish mi Tegalita, cuantos rasguños tenemos en el alma de formas parecidas ¿eh? Y a mi no me los hizo Pelayo! :-)
Un abrazo enorme
En las relaciones humanas casi siempre sucede que nos hacemos «paño de lágrimas» de alguien y otras veces somos nosotros los que necesitamos contención. Lo que si, debemos saber a quien confiarle nuestra penas. También saber, si estamos en condiciones de escuchar las de otro. En ocasiones, estamos colmados por nuestros propios problemas pero, por no pecar de egoista, oimos sus penurias, eso nos rebalsa y es lo que posteriormente nos enoja. Es muy bueno que puedas escribir y a través de una metáfora liberar un poco tu enojo…
Yo, cuando estoy mal, me refugio en el silencio y la meditación hasta
recobrar mi tranquilidad emocional…pero me cuesta, no es fácil !
Un abrazo inmenso :)*
Pues a mí me ha encantado tu metáfora- reflexión???? aunque te noto un «pelín» quemado…
Cuídate mucho. Hablamos…
Un abrazo fuerte de usar y no tirar :-)
Es cierto que a veces somos kleenex, y otras pañuelos, pero los que atraemos a los mocosos, tal vez lo llevemos en la sangre, porque somos nosotros los que, con nuestra predisposición a ayudar a los demás, nos mostramos a ellos como conciliadores, abrazadores, animadores, escuchadores y ayudadores, y ¿quién no echa mano del pañuelo cuando, harto de sorberse los mocos y luchando con la «guinda» que pugna por resbalar de la nariz, aparece ante ti, tan limpito y usable, uno como caído del cielo?
Yo, como pañuelo, suelo gozar de buena salud, pero lo que al menos he aprendido, es que cuando soy yo la resfriada, el mocoso que se acerque a mí ha de ser un caso muy necesitado o ser de los mocosos adorables, de esos que, sí, vale, mocosos, pero que no siempre están resfriados y comparten contigo momentos de fluida respiración sin obstáculos :)
Da gusto sacar un tema como este y que aportéis un granito de arena… me gustan esas opiniones tan… de dentro. Gracias Tegela y Noa, y un abrazo enorme a Olga y Moona al otro lado del charco… a ver si un día que paséis por aquí os lo puedo dar en persona.
buenísima comparación!