La Nada

«Existen instantes reveladores o simplemente curiosos, unos rodeados de felicidad y otros de dolor, actitudes ante diversos momentos… y sin embargo… otras veces, que deberías por lógica sentir algo, lo que fuera, te encuentras con la incómoda, inesperada e incolora «Nada».
La Alegría que debería haber traído consigo aquella buena noticia no estaba, ni avisó de que no iba a acudir a aquella cita, estoy seguro que la Pena lo habría hecho de haber sido requerido.
Sorprendido… la mire, era La Nada… tan negra como blanca, tan medio llena como medio vacía, tan real como inventada, tan todo y tan ella… y después de perderme en sus ojos grises, te miré a ti, sin frío ni calor, sin alegría ni pena, y mientras la cálida y helada dama deslizaba sus dedos por entre los míos y con su otra mano jugaba con mi pelo, mis labios esbozaban unas palabras tímidas que solo guardé para ella y para mi:
«Me da igual»
Y con el alma conquistada por la Nada, me di cuenta, de que me habías perdido… y ni fuí capaz de llorar.»