Sal de la caja
A veces es curioso como podemos limitar a una persona a base de hacerle creer que hay cosas que no puede hacer. Decirle a alguien «eres torpe» por unos sucesos aislados, puede hacerle creer que es más torpe de lo que es, y si en lugar de quitarle hierro ahondamos en eso, podemos generar un complejo que a la larga, le haga sentirte dentro de una enorme caja de cartón llamada torpeza, de la que puede salir, aunque no sea fácil.
Una vez me contaba una amiga que a su hermana siempre la habían comparado con sus otras hermanas por ser la última en hacer el recorrido en el colegio, e irse encontrando con profesores que conocían a sus hermanas (en mi caso, les dejé el listón muy bajo a mis hermanas, pues yo era muy… petardo). Sus profesores le decían «Pues tus dos hermanas eran más listas», y poco a poco, se fue construyendo un complejo con el que ahora, ya adulta, debe lidiar, y que condiciona mucho no ya lo que pueda hacer, sino lo que cree que puede hacer (Nota mental/consejo: si tenéis varios hijos… que cada uno vaya a un colegio distinto)
Desde niños, alguien debería enseñarnos que todo es posible, que la voluntad es la fuerza más poderosa del Universo y que con ella, mueves el mundo aunque no tengas ni palanca ni punto de apoyo. Si un sueño es real y sincero, lucharemos por él, sino, la vida quizás nos lleve por otros caminos más adecuados a nosotros. Cuando yo era niño, adoraba el baloncesto, pero nunca intenté ser una estrella en ese deporte (mis límites físicos y altura tuvieron algo que decir también), pero pese a que lo veo con tanta distancia, o quizás por eso mismo, sigo pensando que de habérmelo propuesto, podría haber disfrutado mucho más de ese deporte y ahora mismo estaría en Los Lakers asistiendo a Pau y metiendo unos triples de leyenda jajajaja.
Recuperando la seriedad con la que empezaba el post, que nadie te diga lo que puedes o no puedes hacer, sigue el rumbo de ese caballo desbocado que es tu corazón, que tu cabeza te defienda de caerte por barrancos, y sobre todo, sobre todos, sé tu mismo siempre, y no permitas que te encierren en una caja llena de límites que te imponen aquellos que no te conocen mejor que tú.
que en su día ponía música a un anuncio de Toyota:
Thinking out of the box – Garret Wall
Cuánta razón tienes!!! Por eso mismo intento no limitar a nadie, que cada persona tiene mucho para dar y hacer las cosas a su modo también tiene valor. Siempre me han valorado por mi capacidad para trabajar con las manos, pero aunque para mi es algo que sale con facilidad intento valorar las creaciones de los demás, porque en muchas ocasiones la práctica descubre talentos maravillosos. El arte y la vida están llenas de genios que un día hicieron las cosas de otro modo, que inventaron otros caminos para superar sus «incapacidades» y descubrieron una nueva forma de sentir, ser y creer…
Seguro que la hermana de tu amiga era un talento que se mostraba de modo distinto y los profesores unos torpes porque no supieron verlo.
Gracias por tu reflexión y esos ánimos para salir de la caja…
Abrazos
Qué privilegiado soy por estar rodeado de gente como tú… ¿Te lo he dicho? Es un placer compartir pensamientos con mis dos amigas lanzaroteñas (lo siento, conejeras no me gusta), y la gente que camina por aquí…
Coincido plenamente contigo… creo que si supieramos aprovechar los puntos fuertes de las personas, ya habríamos conquistado el sistema solar.
Un abrazo enorme
El problema del listón que sube es muy habitual siempre (dos de cada tres familias lo confirman…). Y el listón, que cada uno tenemos más alto o más bajo, siempre estará más arriba cada vez, y al listón de los padres, los profesores, y a aquel que relacionamos con lo que la gente espera de nosotros, nunca llegamos… Hay un libro de Daniel Pennac, que se titula «Mal de escuela» que habla de la educación vista por el alumno malo y por el hijo torpe. Es muy interesante porque deja entrever la importancia que tiene el valorar a las personas por lo que son, por lo que pueden/saben hacer y por sus capacidades únicas y especiales. Todo el mundo es especial, porque es único y hay que ayudarle a hacerlo brillar. Estoy de acuerdo con tu reflexión. :)
Gracias por tu mensaje Ana, me encanta tenerte por aquí.
Un abrazo
Me viene a la cabeza un cuento de Bucay «El elefante encadenado». (La única manera de saber si puedes conseguirlo es intentarlo de nuevo poniendo en ello todo tu corazón… ¡Todo tu corazón!)
Hay palabras que dan vida y hay palabras que generan muerte,… Intentemos dar vida a todos aquellos con los que nos relacionemos.
:) Me leeré ese relato,
coincido contigo plenamente,
dejemos lo mejor de nosotros en el mundo,
sin perdernos por el camino,
conservando nuestra energía.
Un abrazo
Yo tengo afán de ayudar a los demás, pero claro, tengo un último caso reciente que no puedo contar aquí porque te dejaría la biblia en verso. Trato de aconsejar y ayudar a alguien a cambio de nada, bueno si, de una amistad pero veo que nada. Así que cuando tratas de ayudar a alguien de salir de esa caja y ves que no hay manera, lo mejor es pasar.
Buena entrada!!!!
Yo creo que debemos a aprender a implicarnos en la vida de las personas en la medida que lo necesiten. Con el tiempo, he aprendido a no sufrir por quienes no quieren ayuda, quienes quieren quedarse en la caja y regodearse en su victimismo. Esa evolución no es fácil, pero si bonita… conservar tu forma de ser pese a quienes la minan, y distribuir mejor el cariño.
Un abrazo MJ