Un pie tras otro
En breve saldré de trabajar y me dejaré llevar por el aire fresco. Seguiré buscando en retinas ajenas fragmentos de la contraseña con la que acceder a lo que los cristianos llaman «cielo», dibujaré sueños bajo las huellas y las pestañas de desconocidas. Me transportaré con lápiz a ese rincón dónde me envuelve un nórdico, entre sudores, a tu lado; dónde me evitan las dudas, y me fundo con pasión en tus labios, ambos. La imaginación, casi recuerdo, de esos besos, me dará calor para responder con una sonrisa al gélido páramo repleto de gente que esconde tan bien el alma. Te mentiría si no dijera que vendería esos besos por una respuesta, por una certeza, por las piezas del puzzle que me faltan para sorprendido, poder ver el dibujo, para recuperar las lecciones de los días que no fui a clase.
Quizás hoy haga más frío que nunca.
Buscaré para no encontrar, nadaré para naufragar, quemaré la gasolina que me queda para poder arder libre, solo yo, cerrando un círculo que me lleve a tus párpados, esos con horizonte de hoy y mañana, con olor a casa y a mar. Entre mareas de extraños buscaré mi hueco, haciendo de los días más duros un compromiso de supervivencia y ejerciendo de faro cuando la luz se agolpe en mis bolsillos.
Quizás deje que mis pasos caminen solos, quizás consiga no echarte de menos con cada uno de ellos.
Quizás en algún rincón de este mundo, tú hagas lo mismo, o no.
Precioso relato, me gusta leerlo bajito y sentirlo como un
susurro. A veces no comento para no invadir demasiado tu espacio ;)