Historia de una gota
Las pertinentes moléculas se agolparon… y nací.
Clara, limpia, vital, fresca, transparente.
Y casi sin tiempo de hacerme al mundo, la gravedad me hizo suya y comencé mi caída desde varios kilómetros de altura, primero atravesando una bruma, luego, descendiendo hacia un paisaje lejano, frenético, volando en caída libre hacia una dulce mezcla de colores cada vez más cercana. Me sentía tan pleno y feliz como parte del universo, sintiendo como la oposición del aire a mi paso apenas evaporaba mi piel, pero sin miedo, libre… vivo.
Poco después, el paisaje era perfectamente reconocible, cada vez más cercano, los nervios me hacían temblar aún más que el viento, y todo parecía indicar que… siiiiii… ¡Iba a caer en un río! mmmm y con un frío masaje atravesé su superficie para formar parte de aquel maravilloso ecosistema. Quería verlo todo, sentirlo todo, miraba a un lado y a otro… a unos metros había una preciosa trucha, en la superficie unos insectos mágicos caminaban sobre el agua, la calidez del momento era fabulosa. Me dejé llevar, contemplando paisajes, musgos, ramas, criaturas y piedras. Cerrando los ojos sentía el balanceo el cosmos y mi hueco en él, no podía ser más feliz.
Al cabo de unas horas comenzó a haber una agitación tremenda entre mis compañeros, había una bifurcación un poco más adelante. A la izquierda, el mar, a la derecha, un camino que según se rumoreaba en el agua, llevaba a un edificio que preparaba el agua para su consumo por los seres que gobernaban el planeta. Se decía que en el mar había paz, que la sal te impregnaba y millones de criaturas fabulosas lo habitaban, unas minúsculas, otras gigantes, y que no era mal sitio para existir. Del otro lado decían que se entraba en un ciclo mucho más amplio, lleno de posibilidades, de aventuras y peligros… y algo me impulsó a colocarme poco a poco a la derecha, a ver qué me deparaba.
Unos compañeros siguieron hacia el gran azul, yo giré con otros por un desvío del río. Llegué a unos grandes depósitos, y atravesé una agonía que no deseo recordar. Tuberías estrechas y oscuras, largos periodos de espera, dudas, miedos, incertidumbres, reciclajes y procesos molestos, desee más de una vez haber escogido el camino al mar. Tras dar vueltas durante horas en grandes tanques, pusimos ruta en un angosto sistema de tuberías, hasta que nos quedamos estancados en una de ellas, no sabía si había muerto o no. Después de unos días quieto con otros compañeros, se puso todo en movimiento, tras el largo camino se intuía el final, y pude ver al final del túnel un montón de agujeros por los cuales se podía ver la luz.
Caí en la ducha de una criatura, una mujer, me enredé en su cabello, para deslizarme más tarde por su mejilla, pasando muy cerca de unos ojos azabache llenos de magia y magnetismo. De su barbilla di un salto y acabé en uno de sus pechos, por dónde caía despacio hasta que me movió al pasar una de sus manos acariciando su cuerpo, y me llevó al centro dónde pude continuar mi descenso por su barriga, hasta hacer una pausa de mi largo viaje en su ombligo.
Poco más tarde comenzó a secarse su cuerpo y la mayoría de mis compañeros de viaje empaparon la toalla, mientras yo seguía en mi hueco, y poco a poco, comencé a atravesar la pared de su piel, hidratándola mientras mi conciencia se desvanecía.
Me deshice para caminar por sus venas, para estar dentro de otra vida, para seguir conociendo el cosmos y la magia que hace que se mueva. Días después, mi conciencia se reunió de nuevo para brotar de su ojo fugazmente, en una dulce tristeza que me hizo vibrar y llenarme de sales. Me recogió con un cleenex dónde al calor del ambiente, me evaporé repartiendo de nuevo mis moléculas en el aire mientras en un último pensamiento me cuestionaba el origen de las lágrimas de la chica de los ojos negros.
Días después volví a unir mis moléculas y mi conciencia a varios kilómetros de altura.
En mi nube espero ilusionado, un nuevo viaje.
No deja de sorprenderme esa sensibilidad e imaginación tuya!! Bonita la vida de una gota que sabe adentrarse en la aventura de Ser, que se reinventa y se adapta para disfrutar de la existencia.
P.D. Por un momento tuve miedo de que la gota cayera por el W.C. No habría tenido un final tan feliz y bonito.
Gracias por tu cariño Tegalita
La verdad es que le puse mucho mimo a la historia… me pareció original, aunque no sé si la he trabajado bien, pero la intención es lo que cuenta.
La vida fluye!
Un abrazo
Bonita metáfora de la vida!!!
La gota tuvo suerte de caer en un río y poder elegir su propio destino, aunque hubo momentos que no fueron fáciles y pensó haberse equivocado… Como la vida misma!!!!
Aunque en este caso tuvo un final pleno y feliz y eso no siempre es así en la vida…
Abrazos frescos.
En esta vida, la actitud es mucho más de lo que creemos… el rio no era un camino fácil, sino uno possible, podría haber caído en la tierra, y una vez atravesados los sustratos, habría acabado en el rio… este mundo es mucho más lo que vemos que lo que hay.
Un besín
Preciosa historia que relatas en este post. ¡Que suerte tuvo la gota! Menos mal que eligió bien su camino aunque tuviera que pasar por esas oscuras y estrechas tuberías.
¡Un abrazo!