Recordando… “Desde mi Cornisa”

Ahora que comienza Mayo, recordaré un post de un 1 de Julio de 2004, una historia que contaba aquel ángel llamado Kosh…

«Me encanta sentarme en los tejados y balancear mis piernas mientras mientras una suave brisa acaricia mi cara. A veces me pregunto que sentiría uno de vosotros al hacer esto ¿miedo quizás? imagino que eso depende de la persona, todas sois distintas.

Sentado aquí contemplo el mundo. Mi universo está compuesto de luces, almas que caminan y viven unas veces más cerca y otras más lejos, pero pocas escapan a mi mirada desde aquí.
Los edificios son gigantes grises traslúcidos, y resulta verdaderamente hermoso ver el baile de pequeñas luciérnagas en su interior.

La calle inundada de seres que se mueven sumidos en profundos pensamientos, sin la necesidad de concentrarse en su siguiente paso, deslizándose por la vida.

Aquella luz añora mientras parpadea nerviosa a alguien que partió de su lado, alguien que la dejó para estar con otra persona, sufre mucho intentando entender y re emprender su vida, ignorante de que mañana por la tarde, alguien la echará tanto de menos, que no le quedará otro remedio que volver a su lado y amarla para siempre. Otra luz brilla similar a la anterior, también sufre, ha perdido mucho mas que a una persona y a una amiga, mucho mas que la ilusión y la sonrisa, atormentado e ignorante, esta noche conocerá a alguien que revolucionará su vida para siempre, aportando paz y felicidad a sus días, pero no sabe que mañana no despertará gris, sino lleno de color.

Una luz intensa cruza corriendo el escenario, tan repleta de problemas y tareas que no queda hueco en sus pensamientos para el amor, piensa en sus dos hijos hechos hombres, en sus trabajos y su día a día, nada quiere para ella, todo lo da, y huye del amor… pero no podrá escapar para siempre, el año que viene alguien mirará sus ojos y abrazará su alma, y recuperará la fé que perdió hace tantos años, la fé que disolvió el padre de sus hijos como esas lágrimas que se pierden en la lluvia.

No es nada fácil tejer estas vidas, incluso nosotros tenemos que darlo todo para que salga bien, moviendo los hilos para que su destino llegue a buen puerto, brindarles enseñanzas, ponerles pruebas, hacerlos fuertes, todo para que en su momento clave sepan elegir, y a veces, pese a nuestros esfuerzos, se equivocan, pero no desesperamos y con la misma sonrisa que tenemos cuando todo sale bien, comenzamos enseguida a tejerles un nuevo futuro.

La recompensa por nuestro trabajo, es poder sentarnos de vez en cuando en una cornisa…»

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3 Respuestas

  1. Bruma dice:

    Si en su momento me gustó y sorprendió descubrirlo, hoy me ha encantado releerlo y volver a encontrarme con Kosh.

    Un abrazo, niño. Feliz viaje de vuelta.

  2. TimidiE dice:

    Me acuerdo de ese post…de la tristeza que me causó (por el momento que vivía) y de la esperanza que creó por ver esa luz que podría iluminar mi vida de nuevo…

    Gracias por hacerme recordar tiempos pasados que, aunque complicados, han creado al igual que los buenos momentos, mi vida y mi mundo tal y como lo «pinto» ahora

    Por cierto…deberías «traer» de vuelta a Kosh…era increible poder «sentirle»

    Un abrazo de cariño

  3. tharsis dice:

    «Camino del colegio, Victoria paseaba con calma por la calle buscando pájaros en los árboles a los que dedicarles una sonrisa, contemplando con ilusión e inocencia ese paisaje urbano salpicado ocasionalmente por el verde. De vez en cuando, en los cruces de las calles se detenía plácidamente esperando que se iluminara el hombrecillo andante para poder así proseguir su camino. A sus 12 años era una niña risueña y alegre, todos disfrutaban de ella y por su sonrisa y su pelo rubio su familia decía que era como un rayo de Sol.

    Aquella mañana, mientras contemplaba el cielo, pudo ver en lo alto de un edificio de cuatro plantas un hombre sentado en una cornisa, completamente vestido de blanco y con una piel tan clara que apenas podía distinguirse entre sus ropas. Su pelo blanco no hacía mas que aumentar la intensidad del brillo de esta figura.
    A su lado pasó un compañero del colegio de la mano de su madre, y le preguntó a la niña: – ¿Qué miras?
    Y la niña, que seguía ensimismada mirando aquella figura, contestó:
    – A aquel hombre que está sentado allí arriba vestido de blanco.
    Su compañero miró hacía allí y no vio nada. Ofendido por lo que consideraba una broma prosiguió su camino al colegio de la mano de su madre.

    Victoria siguió allí pensativa, contemplando aquella maravillosa figura, y decidió acercarse mas, aquel edificio estaba a un minuto caminando y algo en aquella figura le cautivaba y le obligaba a ir allí.
    Llegó al portal del edificio y podía ver los pies de la figura balanceándose. Estuvo tentada de gritar para saludarlo, pero en ese momento se abrió el portal mientras una señora salía de compras con su carrito. Aprovechó la circunstancia para entrar, y tras un titubeo se dirigió al ático en busca de un modo de llegar a aquel hombre. Al alcanzar el último piso vio que las escaleras continuaban hacia una única puerta, y subió hasta allí para poder salir a una terraza enorme, llena de cuerdas para tender la ropa y gobernada por ese rojo oscuro de las baldosas de arcilla. Allí en el borde estaba él de espaldas, tranquilo e impasible, observando la ciudad. Ella se acercó y vio un escalón que estaba a un paso del precipicio y de la figura, y se sentó allí.
    Dirigió su mirada a la blanca figura unos segundos y le dijo:
    – ¿Que haces?
    Él siguió tranquilo, sin inmutarse ni mostrar sorpresa por la compañía. Se tomó su tiempo y contestó:
    – Observo a la gente
    La niña se quedó pensativa, miró hacia la ciudad y le replicó sonriendo:
    – ¿y que ves?
    La figura devolvió la sonrisa, giró la cabeza hacia Victoria, y le respondió:
    – Veo sus preocupaciones, sus ilusiones, sus pensamientos, sus sueños…
    Ella respondió implacable:
    – ¿y para que haces eso?
    – Así puedo saber que necesitan y en qué puedo ayudarles
    – ¿como te llamas?
    – Me puedes llamar Kosh
    Hubo un silencio y ambos se quedaron mirando al frente, disfrutando de la vista. La niña inquieta pensaba en todo aquello, y no tardó mucho en replicar enérgicamente.
    – ¿No me preguntas mi nombre?
    – No necesito preguntártelo, Vicky
    – ¿Como lo sabes?
    – Yo sé muchas cosas
    – ¿cómo ayudas a la gente?
    – A veces un insignificante detalle puede cambiar una vida, busco esos detalles y los realizo
    – Si yo tuviera algún problema ¿me ayudarías?
    – Cuando así sea, ahí estaré, aunque no me veas
    – ¿y porqué no te veré?
    – Con los años se desvanecerán los cristales de la inocencia que te permiten verme ahora
    – ¿y no te volveré a ver?
    – Así es
    – Pero…
    La niña comenzó a gimotear, se sentía muy bien al lado de aquel extraño, y le resultaba muy triste saber que nunca mas lo volvería a ver. Kosh, se giró y le dedicó una sonrisa, a la que añadió:
    – No llores, no te preocupes, siempre estaré cerca, y quizás puedas sentir mi mano tras mis actos
    – Pero…
    – Te haré un regalo, para que nunca me olvides y para que conserves tu inocencia, te obsequiaré con un manto de estrellas.
    – ¿Qué es?
    – Lo sabrás cuando lo veas…
    La niña seguía triste y parecía que iba a comenzar a llorar en cualquier momento. Kosh sopló sobre la palma de su mano abierta, y una brisa inundó a la niña llenándola de paz y tranquilidad. A ese gesto, él añadió unas palabras:
    – Tú debes ir a clase, llegarás tarde
    La niña asintió y puso rumbo a la puerta por la que había entrado, antes de abrirla se giró y le dijo:
    – Gracias, cuidalos mucho ¿vale?
    Él asintió sonriente y contestó:
    – Lo haré

    Victoria no consiguió deshacerse de aquella imagen en todo el día, estuvo completamente ausente en clase y se movía guiada por el hábito sin pensar en lo que hacía, no podía olvidar aquella cara… ella estaba segura de lo que había visto, de que aquello era real, pero también sabía que no podía contárselo a nadie porque la tomarían por loca. “Un Ángel” susurraba, “He visto un Ángel” y pensaba como podía ser la vida de esa criatura maravillosa que hacía la vida de los hombres mejor.

    Pasó el día volando, casi sin darse cuenta, y llegó a casa. Tiró la cartera y le dijo a su madre que estaba cansada y quería acostarse pronto. Después de cenar se puso el pijama y fue a darle un beso de buenas noches a sus padres y a su hermano, y tras ello cerró la persiana y se metió en la cama dejando encendida la lámpara de la mesilla para ahuyentar su miedo a la oscuridad.
    Se quedó mirando el techo pensativa, recordando ese día que parecía uno mas pero que había sido algo completamente distinto. Manto de EstrellasMientras pensaba en lo sucedido, vio como poco a poco comenzaba a iluminarse el techo, pequeños puntitos surgían como chinchetas brillantes y se convertía en el más hermoso firmamento… fascinada y emocionada por aquello comenzaron a deslizarse sin freno lágrimas por sus mejillas, era algo tan bonito, tan mágico… una de sus manos se movió instintivamente hacia la lámpara y la apagó, para hacer aún mas hermoso aquel espectáculo. Con los ojos húmedos le conquistó el sueño aquella primera noche después de haber visto un Ángel, y la sonrisa formó parte de su cara hasta el amanecer.

    A sus 24, Victoria seguía conservando aquel manto de estrellas, por las noches se dormía contemplándolo y las mañanas amanecían llenas de color… a veces, cuando cerraba los ojos, se podía distinguir una palabra entre un suspiro, “Kosh“.»

    En esa ocasión Kosh me emocionó mucho,,,, fue un gran regalo ese post .
    te quiero ;)

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