Cosas de un Portero
En mi empresa tenemos un portero que vino a la capital del pueblo, es una persona de esas con las que puedes contar y que te echan una mano, pero a veces tiene comportamientos que te dejan patidifuso y te cuenta cosas a las que no sabes bien como responder. Es de ese tipo de personas que dicen: «y el Manolo más chulo que nadie golpeó la pared sin la boina ¡Hay que ver como sangraba el cabrón«. Es grosero con las mujeres que pasan por la puerta, por ejemplo, hace un rato dijo de una viandante: «Vaya caja mierda tié esa» (traducido: «vaya culo tan grande que tiene esa mujer»). La verdad es que me ofende mucho esa actitud pues creo que si no tienes algo bonito qué decir es mejor estar callado, me recuerda a un amigo que tuve hace años.
Hoy, cuando bajé a fumar un pitillo a media mañana, contaba una anécdota de un día que se encontró a dos mujeres (de treinta y pico) en no sé donde y que le pidieron un pitillo. Se lió a charlar con ellas, y él les preguntó lo que hacían allí: «Estamos esperando para ir a comer» le conestaron, y las convenció para ir a un restaurante de allí cerca a comer algo. Pidieron unas ensaladas, él se pidió unas chuletitas de cordero y un flan… y acabado el postre les dijo: «Voy un momentito al servicio, hacedme el favor de pedirme una copita de pacharán»
Dada la distribución del local, bajó como si fuera al servicio pero en ese mismo pasillo, en una altura inferior, estaba la salida, así que ni corto ni perezoso se fué dejando con la cuenta a las «mozas»…
Al preguntarle sus motivos me dijo: «Se creian ellas que iban a vacilarme con lo del pitillo, y al final ¿quien vaciló a quien?«. Yo o me he perdido algo de la historia o aquí nuestro querido portero se pasó tres pueblos… en este mundo hay de todo, y desgraciadamente, hay gente así, no solo por hacer cosas como esta, sino porque su conciencia no le pita en ningún momento y mientras lo cuenta orgulloso no se ve en sus ojos la menor culpa.
Aishhhhh…..
Pues la verdad es que coincido contigo en la grosería del buen señor a mí me ha tocado aguantar a gente del pueblo hasta el punto de tener que vender mi padre la casa del pueblo por culpa de la gente tan maja que hay allí nos hicieron la vida imposible son unos bueno más vale no decirlo. Un abrazo y besiños de Ana.
¡Qué fuerte! ¿no? Además seguro que te contó la historia como si fuese una anécdota graciosa… ya sabes ¡¡no le pidas nunca un pitillo ni le dejes ir al servicio!! =P
Bechitos
Hombre, a mí lo que me parece es que es un hijo de puta de la peor calaña, pero tú sabrás…
Lo que más frío me deja es ver como para ese tipo de personas, estas “anécdotas” son dignas de contar, es más, creen que lo engrandecen y lo vuelven interesante.
Hace tiempo me llevé un chasco con un amigo de los míos, ciertamente era un buen chaval pero le perdía la boca, tal vez hablaba demasiado de si mismo, cosa que no me importaba (sé ignorar la presunción, todos caemos en ella alguna vez) pero un día ni corto ni perezoso empezó a contarme fechorías que acostumbraba a realizar y que me dejaron sorprendido.
Iba a clubes para pagar e insultar a las prostitutas, robaba a los turistas cuando tenía la menor oportunidad, jugaba con las mujeres como quería… en fin, que no entiendo como me lo contaba.
Un saludo, un gran blog.