No idealices a quien es tan humano como tú

Uno de los primeros errores que cometemos en la vida, es la divinización de otras personas. Que si nuestro padre es todopoderoso y con el láser de sus ojos repara cualquier cosa, que si ese deportista es capaz de golpear una pelota de tenis con las uñas y hacer un «ace», o ese dibujo animado con poderes mágicos o un saco marsupial del que puede sacar mil maravillas… y luego llega el amor, y resulta que el objeto de tu afecto es una criatura creada a partir de sangre de Unicornio cuyos pies jamás huelen mal y cuya sonrisa es capaz de curar cualquier enfermedad, y todo lo que deseas en el mundo es probar sus labios.

Recuerdo haber endiosado a muchas mujeres, que parecían andar sobre nubes y poseer una elegancia claramente más allá de lo humano. Cuando el mundo me permitió conocerlas me di cuenta que eran tan mortales y humanas como yo, y que en muchos casos no estaban justificados mis sentimientos por ella pues no era lo que parecía o lo que yo quería creer.
Incluso en más de una ocasión he sido yo el objeto elevado más allá de los cielos. Es duro vivir en un altar tan alto, que solo puedes caer y decepcionar a quien te quiere. No hace demasiado decía «No me trates como un Ángel… pero tampoco como un Diablo, tan solo sé justa«, y efectivamente, creo que debemos ser justos, medir a las personas por lo que son y no por lo que parecen, nadie es mejor que otro por tener más seguidores o ser más guapo, tan solo somos diferentes aventuras e historias que merece la pena conocer.


Beautiful image from Stockvault. Called «Woman with goose», from Pixabay (thanks)

En el mundo virtual todo esto se dispara. ¿Cuantas personas idealizamos tras ver sus fotos perfectas en una red cualquiera? Poses bien elegidas, luces y retoques de alto nivel, maquillajes, cuerpos agraciados… pero si algo te enseña la vida es que el cuerpo más perfecto es muy aburrido si no compartes humor, conversaciones y aficiones, y que una celulitis o un cuerpo caído puede ser lo más bonito del mundo si es propiedad de una persona divertida, noble y con gran corazón, con la que las horas vuelan hablando.

Sigo idealizando a la gente, pero cada vez menos.
Lo bueno del aprendizaje, lo bueno del tiempo.
 
«La verdadera belleza de las cosas,
existe en el espíritu que las contempla»

 
David Hume
 

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1 respuesta

  1. Chè dice:

    Bravo!!

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