Sin derecho al olvido (I)

Recuerdo todo, desde mi principio, hasta ahora. Veo algunas páginas de mi existencia muy lejanas, y tan solo las primeras, eso que vosotros llamáis niñez, empiezan a estar borrosas en mi mente, pero mientras en vuestro caso hablaríamos de unas décadas de lo que llamáis años lunares, en el mío, son miles de años galácticos. He vivido tantas aventuras, me he quedado varado en planetas increíbles y curiosos, he conocido formas de vida que además de originales, eran extremadamente pacíficas y tranquilas, y otras mucho más violentas. Vosotros, queridos humanos, me habéis demostrado que una sola especie puede abarcar todo ese abanico por si sola, tan solo una de las muchas cosas que me habéis enseñado.
 
Entre vosotros me siento cómodo, he perdido la noción del tiempo. Llevo aquí miles de lunas llenas y aún no he considerado la opción de mudarme. Son esos matices los que me cautivan, los destellos de felicidad completa que emiten un brillo único en vuestros ojos, del mismo modo que jamás he visto oscuridad más profunda que la de una tristeza sincera. En ese abanico del que sois capaces, me decepcionan vuestras guerras y hambrunas, vuestra ambición por eso que llamáis dinero, vuestro nulo respeto por el mundo que os vio nacer como último sueño y mágica creación, pero… sin embargo… todas esas crueldades tienen su antítesis en el amor, la amistad, gestos que no buscan ser contemplados ni admirados, aquellos de vosotros, que cuidan y miman a seres más débiles, son tantas vuestras maravillas… y el amor merecería tantas líneas.
 
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Image from Stockvault. Called «Sky landscape», from 2happy (thanks)
 
Mi regalo, y mi maldición, fue la negación del olvido. Los seres vivos tenemos una chispa de energía, un grano de arena que nos da vida y se empapa en la gasolina que hace que gire el Universo. Cuando tras el gozo de una existencia, esta concluye, volvemos a ese origen en que el que al diluirnos, perdemos la memoria, y nos quedamos en blanco, para dibujar nuevas vidas, para navegar nuevos barcos.
Algo en mi fue diferente desde un primer momento, pues este baño, puente entre existencias, nunca borró mi memoria. Pude recordar desde una vida, lo que era bajo otra piel perdida en el tiempo y el espacio. No tardé en aprender a guardar ese secreto para mi, en vivir cada vida como si fuera el escritor de un libro, y cuando me cansaba aquella aventura, tan solo tenía que cerrar los ojos y pensar en otro lugar, mi cuerpo quedaba inerte, y ese grano de arena se trasladaba a otro sitio donde aprender y crecer.
Así era mi existencia hasta que me encontré con los humanos… y algo, de vosotros, me dejó aquí atrapado.

Continuará…

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2 Respuestas

  1. David dice:

    very good :)

  1. 16 de agosto de 2013

    […] …anteriormente. […]

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