Amor del bueno

Supongo que quien considere que el amor de pareja es lo más grande del mundo… no tiene una familia como la mía. En diferentes frascos de tan diversas formas como las esencias que contienen, su fuerza ha sido el viento que ha movido el barco que tiene por única pasajera a mi alma. Y de los conflictos surgidos entre nosotros, he aprendido las lecciones más valiosas, y me ayudaron a levantarme cuando me tropezaba, y me empujaban para ir aún más rápido cuando las cosas iban bien.

La que nació tres y años y medio después de hacerlo yo, me ha enseñado muchas cosas: a ser hermano, a ser mejor, a no quedarme en lo obvio… y que alguien de tu sangre puede ser una amistad de esas que no tienen precio. La que llegó tarde me enseñó lo que se siente al ejercer de padre, lo que es ese amor rojo que duele con la distancia, lo bonito de compartir un horizonte y saber que aunque transites por caminos muy diferentes, siempre te encontrarás allí. Y el origen de los tres hermanos, unos padres tan diferentes que dieron lugar a una amplia gama de colores, entre las cuales pude elegir con cuales querría quedarme yo según me fuera haciendo mayor.

A veces pienso en mi padre, en esos conflictos latentes que nos separan y que tristemente acabarán haciéndonos casi desconocidos. Pero hoy quería hablar de cómo la semana pasada pude disfrutar de mi alfa, pues mi madre pasó unos días conmigo. Ella nunca deja de enseñarme el valor de un corazón gallego, la fuerza que puede marcar la diferencia para hacer un mundo mejor. Conozco de sobra los defectos que tiene, pero jamás dejan de sorprenderme sus virtudes. Es valiente, decidida, y sobre todo, se entrega incondicionalmente a sus hijos, quizás, a veces… demasiado.


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¿Qué valor tiene un amor y una dedicación así? Supongo que mientras el tiempo y las adversidades arañan y corrompen muchos corazones, otros, no por duros, conservan su pureza y valor. Desde niño, el contraste ha multiplicado todo… yo quería saltar, una persona me ataba a la mesa, la otra me liberaba y me impulsaba para llegar allá donde quería, aunque sufriera con la distancia que interpondría entre nosotros el vuelo que yo comenzaba. La generosidad no entiende a la envidia. La valentía no niega la existencia de la cobardía, pero la silencia. La honestidad siempre debe empezar con uno mismo, y en el camino te dirán cosas duras, que deberás escuchar, más aún si vienen de quienes te quieren.

No sé cómo podría haber aprendido tanto… de no ser por haber tenido tan buenos maestros.
A mi madre le debo lo mejor de lo que soy, los empujones en el camino correcto, la fuerza que me levantó siempre con más ganas de luchar… y lo maravilloso de ella es que no sabe que, por mucho que le devuelva, jamás saldaré mi deuda.

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4 Respuestas

  1. M. H. Heels dice:

    Eres tremendamente afortunado (y lo digo desde las más absoluta de las envidias) ;)

  2. olga dice:

    Que lindo Kike! Eres buen hijo y hermano, seguramente serás un excelente padre! Tu mami tiene que leer esto, será muy gratificante tu reconocimiento!
    Y es asi…vagamos por el mundo, pero en épocas de bajones
    y nostalgias, volvemos a las raíces. al amor del bueno…al
    incondicional!
    Un abrazo :)*

  3. Bruma dice:

    :…)
    Comparto tu sentimiento y admiración y doy gracias cada día por tener unas raices llenas de abono que impulsan a crecer y a sonreirnos desde lo más profundo.
    Gracias de corazón.

  4. crazy_mj dice:

    ¿Lo ha leído tu madre? espero que sí!!! jaja muy bonito el texto y las palabras dedicadas a tu madre, sin duda, los padres son los pilares de quiénes somos y que pase lo que pase van a estar ahí, por muchos golpes que recibamos.

    un abrazo!!

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