Relato corto: «Sujetando el Alma» (Parte I)

El Dr. Edwin Carpenter había dedicado muchos años al estudio de la muerte, obsesionado por el viaje del alma en su transición hacia la muerte. Aún recordaba cuando de niño vio un reportaje en televisión en el que numerosos testigos hablaban de ese túnel de luz blanca que decían haber visto al estar clínicamente muertos para luego volver a este mundo ¿Sería así? Aquella pregunta condicionó su juventud, sus estudios y toda su vida.
 
A sus 40 años su pelo rubio estaba cubierto de canas, liso y en una media melena que pese a sus pocos cuidados, conservaba su brillo y fuerza. Sus ojos azules y sus facciones elegantes habían hecho que tuviera mucho éxito con las mujeres, aunque no tardaban en alejarse de él dada su abstracción por su trabajo.
 
Se había consagrado como un eminente médico especialista en química orgánica y sistemas de anestesia. Su tiempo libre lo dedicaba por entero a sus investigaciones sobre el viaje en barca al otro lado, e incluso había modelado algún artículo científico con los más destacables detalles que encontraba en su camino. Siempre que cogía un avión era porque había algo al otro lado que podía servirle en su obsesión. Incluso cuando investigando la muerte en el antiguo Egipto visitó El Cairo, apenas reparó en la presencia de las pirámides, y siguió tomando notas sobre como aquella fascinante civilización concebía y preparaba la muerte.
 
Entrevistó a numerosos testigos qué, como los del documental de su infancia, decían haber visto un túnel tras ser rescatados de una muerte segura por algún equipo médico que les asistió en un accidente. Visitó la India, y Méjico, los Andes y el Tibet, y su vida fue perseguir las huellas que dejaba la muerte, en especial, ese momento de transición que lo obsesionaba.
 
Sus investigaciones sobre la muerte le llevaron a una tribu India americana llamada Cayuga, dónde los ancianos presentían su muerte y tomaban unos preparados de hierbas como facilitadores de ese camino. Dedicó un par de años a obtener aquella fórmula, como parte de un mapa sin sentido en el que buscaba una respuesta que por momentos, le parecía una quimera. Indagando la historia de los Cayuga, había descubierto también que aquellos ancianos que fallecían tras aquel ritual ancestral, llegaban dormidos a la muerte, y su última exhalación se producía en una carcajada final, aquello le había llamado la atención, avivando su pasión por unas investigaciones que en ausencia de frutos, a veces le dejaban sin fuerzas.
 
Aquel día, había salido a tomar algo con uno de los amigos que habían soportado su frenética vida laboral, y mientras discutían sobre las cosas de la vida, mientras pensaba en otras cosas, tuvo una importante revelación. Mezclando componentes de sus investigaciones, quizás encontraría la respuesta.
 
Había visto un documental el día anterior sobre afecciones del sueño, y cómo hay algunas personas que narran al detalle cada uno de sus sueños mientras los viven. Esa fue su chispa, su salvación desesperada, su refugio, quizás… una de esas personas que dibujan sueños con palabras, junto con la transición Cayuga al otro lado, podrían darle alguna pista. Si realizar el preparado indio no sería fácil, encontrar a una de esas personas sería complicado, y las circunstancias que hicieran posible el experimento, prácticamente imposibles.
 
Se puso en contacto con un compañero que se dedicaba a la investigación del sueño, y a cambio de un generoso regalo obtuvo un favor que parecía una apuesta desesperada en la que pones todas tus fichas en la mesa en una jugada desesperada. Su amigo doctor envió una carta a un grupo de personas con esa extraña afección que les hacía hablar tanto en sueños. En esa carta se contaba algo de las investigaciones del Dr. Carpenter, y tras explicar lo más elegantemente posible la situación, se sugería la oportunidad remota de contar al mundo qué había en el verdadero umbral que separa la vida y la muerte.
 
Aquella carta sólo tuvo una respuesta.

Continuará…

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2 Respuestas

  1. Sula dice:

    Espero que continúe pronto :-)

  2. Tegala dice:

    Estaré esperando por la continuación…

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