Sparrow derrotado

Aquella cita había empezado bien, y había seguido aún mejor; en un bar tranquilo encontramos un rincón dónde sentarnos a tomar algo y estar cómodos.
Varias cosas me fascinaban de aquella chica.
En primer lugar, su pasión. La pasión es hermosa sea cual sea su destino, tanto si decoras árboles de navidad en Julio como si cazas gamusinos con pompas de jabón, la pasión de alguien por su trabajo, es, para mi, muy atractiva.
En segundo lugar, me encantó su inteligencia y su humor, su manera de entender las cosas, su forma de contarlas, y su valor para cortarme cuando yo estaba hablando; cuando lo hacía, no podía sino quedarme embelesado observando su belleza, nada convencional, y del todo extraordinaria; y ese es el tercer factor, su belleza… no una belleza rencorosa y egoísta, sino una de esas que son un obsequio para el mundo. Sus ojos… parecían el boceto de un maestro, con líneas perfectas y una pupila en la cual si te sumergías creías poder aparecer al timón de la Perla Negra junto al mismísimo Jack Sparrow. Su boca… ¡Qué decir! era un punto y aparte en lo que a labios se refiere, y cuando sonreía, me recordaba el destello de un faro cuando lo miras fijamente y la luz llega a ti.
Claro, estas cualidades, las enmarcaba un rostro dulce y sensual, con un piercing en la nariz y un pelo precioso, y sobre todo… tenían el azúcar de una persona que no es consciente de lo hermosa que es.
 
Quizás no estuve estelar, pero estuve bien. Simpático, sincero y mostrándome, pese a los nervios, tal cual soy. No me era difícil imaginar una vida junto a aquella chica, no porque fuera igual a mi… sino por cómo podríamos complementarnos. Me veía preparando con esmero aquellos platos que pudiera comer, rediseñando mi estudio para que además de tener mis cosas… hubiera sitio para aquellas que componen su mundo y lo hacen posible. Disfrutaría de nuevos estilos musicales y podría compartir con ella otros que no conociera, había mil cosas, innumerables pequeñas señales que parecían apuntar en una dirección… y tenía la clara sensación, de poder aportar magia a su mundo sin quitarle nada, y de que ella, tal y como es, redecoraría el mío. Todo fue genial, maravilloso, fantástico… su sonrisa, su mirada, sensaciones tan complejas de explicar como extraordinarias.
 
No conseguí enseñarle todo lo que se puede decir en un abrazo.
Como es habitual, no supe leer si debía o no besarla, y opté por una respetuosa y quizás demasiado cobarde timidez.
Cuando me senté en el coche le envié un mensaje, soñando con que quizás volvería a darme un buen abrazo o un tímido beso, a regalarme esa única primera oportunidad necesaria para revolucionar su mundo.
La respuesta me dejó helado: «Seremos buenos amigos»
Tanto dicho con tan poco, apenas pude moverme durante 30 minutos.
Pensé en el Destino de nuevo conspirando, continuando ese malévolo plan de extinguir todas mis ilusiones, de arrebatarme algunos de mis sueños para dejar, ese tan importante lado sentimental que poseo, marchito. Pensé que no era justo, pensé que por ella valdría la pena una lucha sin rendición, sin más meta que hacerla mía, para darle tanto que no tuviera motivos para elegir otro camino que no fuera conmigo. Pensé que las cosas no siempre salen como uno espera o merece.
 
Y entonces arranqué el coche, avivé el fuego de mi esperanza por dos motivos. El primero, por ser parte de mi, si dejara de creer en el amor… podría incluso convertirme en un chico más. El segundo… si perdiera la esperanza el Destino seguro me regalaría lo que busco, pero por no darle ese placer, por no concederle esa victoria, podía permitirme ser cabezón y no renunciar a un concepto distinto de amor, aunque solo renunciando a él pueda obtenerlo.
 
Cuando cogí la autopista puse un buen tema de metal alternativo, excelente loctite para un corazón fracturado. Esa canción me dio la intensidad con la que apretar el acelerador y reanudar mis latidos, porque áún con agujetas, no quería olvidar… que el mañana no espera, y será mío.
Solo masticando con energía el agrio sabor de la derrota, se aprecian las dulces victorias cuando llegan a tus labios.


Image from Stockvault. Called «Human Shadow», from AD (thanks)

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1 respuesta

  1. Sula dice:

    Me gusta! Es intenso, es real, es cercano y, sobre todo, acaba bien :)

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