Bueno versus Cabrón

El otro día hablaba con una amiga de varias cosillas, y salió el clásico debate de «¿Qué buenos están los malos?«, y las malas, vaya. El peligro como droga… queremos amor, paz, comprensión, equilibrio y cariño… pero esos mercados suelen estar poco transitados y allá donde reparten ostias, hay cola.

Yo he intentado alguna vez ser malo malísimo, pero con poco éxito: «Eh! Tú! Guarra! Ven aquí a que te fo… folle copule…» pero luego lo estropearía con un «Si quieres» o un «Por favor«. Y es que no valgo para eso, soy el modelo «inocente idiota que aún tiene fe en el amor«, y claro, con esos atributos por la vida, no te hacen ningún descuento en el abono transporte. Las veces que he sido malo, ha sido sin querer, e incluso en más de una ocasión, con quien no lo merecía en absoluto, así tengo el Karma que aunque lo voy recuperando, hace años parecía el colesterol de Falete.

Y a veces me acerco a gente que me da buen rollo, pero que tiene una actitud ciertamente negativa hacia la vida, y me digo «¡Venga! Vamos a contagiarle optimismo…«, pero si le llevas un ramo de flores a alguien que ve el mundo negro, escapará de ti porque creerá que son para su tumba, así que asistirás ingrávido al espectáculo de ver como corre en dirección contraria hacia otras personas que esperan con la mano en alto y abierta, pero bueno, así es la vida, así que tan solo te queda esperar a ver como se cae y llevarle tiritas y yodo, con la esperanza de que saque algo bueno de aquello.

Y el tiempo desgasta, acabas cansado de partirte el alma por gente que no valora lo más mínimo lo que se hace por ellos. Sin embargo, aquellos que ponen un precio, incluso disparatado, a lo que hacen, son seguidos por cienes de fieles que se arrodillan a sus pies… y tu te dices «Coño! Qué pardillo soy ¿no?«, pero miras al frente, recuerdas aquella cita que rezaba «Todo lo que no se da se pierde«, y sigues considerando que la mejor opción es dar lo poco que tienes, ayudar a quien te necesite, sembrar un pedacito de ti en cada esquina. Ideales románticos que a veces hacen pasar hambre pero que alimentan algo que no se ve. Respiras… y luego recuerdas que no cuentan las batallas ganadas en nombre de otros, si desertas, y rehúsas pelear en otra batalla para ese amigo autoproclamado señor, serás tildado y juzgado como traidor, ejecutado con un hacha de goma, y tras mandar al sujeto a zurrir mierdas con un látigo, a otra cosa, más sabio y quemado, y a dormir boca abajo un tiempo, haciendo ejercicios de respiración para recuperar tu zen más salvaje y recóndito.

Es una puta puñetera dicotomía vital, qué bonita es la vida con una persona mentalmente sana y equilibrada, sonriente y elegante, pero… claro, esas miradas oscuras y penetrantes que te resuerectan con solo mirarte, esos tatuajes en japonés que creen que pone «Libertad y Destino» cuando realmente pone «Sopa de aletas de tiburón«, esos piercings en los más oscuros rincones del… alma… ese morbo de lo malo, lo peligroso… lo calentita que se queda la cara (metafóricamente) después de una buena bofetada ¿a que sí? Si ejke somos de lo que no hay… bueno, si hay, y mucho, a todos nos salpica alguna gota.

No quiero ser un cabrón, hay días que me resulta más difícil que otros. He aprendido a ser egoísta, a pensar más en mi y a medir bien lo que hago y por quien lo hago. Una de las metamorfosis más duras de la vida. Pero por mucho que vivas y eso te endurezca, a veces no puedes evitar que asome tu cara más inocente… e incluso uno de esos días, puede que alguien de corazón te acaricie o bese tu mejilla, y eso, como sabemos, diluye cualquier pose de malo.

* Empecé a escribirlo en plan cabrón pero acabé sintiéndome culpable. Por ello, disculpad el lenguaje soez e inapropiado, no lo siento del todo pero casi. Cordialmente vuestro: el Bueno

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3 Respuestas

  1. Mar dice:

    jajaja! Me encantó el cataloguismo “inocente idiota que aún tiene fe en el amor“… por qué para todo y todos tenemos que etiquetar con algo? Somos tan complejos… tan abstractos a veces y por momentos tan simples…

    Te leo y te sigo leyendo esto último que escribiste y me digo… pucha, es cierto, leemos mal algunos buenos gestos pero porque hubo malos que disfrazaban esos buenos gestos para sus propios fines… del que luego nos damos cuenta de esa intención, luego pagan el pato los buenos intencionados… lo más curioso que a una le pasa lo mismo, hace buenos gestos y te interpretan al revés… por eso me pasa lo mismo que a vos, ahora mido mis acciones y pensar un poco más en mí… a veces me molesta tener que recelar de ciertas personas pero en lo que voy caminando en esta vida me forzó a adquirir este modo de ser…

    Es un gusto leer tus reflexiones :)
    Abrazo!

  2. Noa dice:

    Yo también he pasado esas fases de «querer» ser mala, pero llegué a la conclusión que podía fingirlo en algunas ocasiones pero al final tu forma de ser real te delata vilmente, así que nos queda el consuelo de que por lo menos tenemos la conciencia tranquila…
    Lo que no estoy de acuerdo contigo es que haya gente que necesite ayuda, se la ofrezcas y no lo sepa aprovechar, creo que en este punto no se puede generalizar, es verdad que desgasta mucho cuando pasa pero por el contrario cuando sale bien es tremendamente reconfortante para ambas personas, entonces merece la pena intentarlo, no????? ( no sé quizás hablo así por mi situación actual pero así lo siento…).
    Un abrazo.

  3. Bruma dice:

    Me encantan estos posts de debates morales entre tus dos yos. Un abrazo para ambos, q os quiero a los dos!! :)

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