Eligiendo la última estación

A mi alrededor, este mundo se agita en un frenesí dónde los sentimientos y las realidades se entrecruzan de un modo casi magistral. Cuando navego en las calles saturadas a veces he de detenerme a coger aire, me desbordan las emociones y mis sentidos llegan a un colapso que debo subsanar cerrando los ojos, reiniciándome, mientras mis pulmones se encharcan de aire como metáfora energética que me de fuerzas para escuchar de nuevo los pensamientos de aquellos seres que se cruzan conmigo.
 
El hombre que busca un trabajo desesperado por llevar a casa un dinero con el que alimentar a su familia. La chica que aunque sabe que su novio la trata fatal no puede prescindir de él. El chico que pese a su juventud tiene clara su sexualidad y teme no ser aceptado por familia y amigos cuando lo revele.
 
La chica que enfadada recupera su dignidad para no tolerar insultos de una posible pareja que pierde sus opciones al no ser capaz de ocultar la verdadera cara que oculta. El hombre que sueña despierto con un amor de los que lo llenan todo. La chica que pasa a su lado rozando su mano y que sueña justo con lo mismo. Un estudiante de arquitectura ilusionado con su proyecto de fin de carrera. La mujer que tras un gran esfuerzo ha obtenido la plaza fija y el trabajo que soñaba. La chica que es capaz de mirar al cielo y volver a verlo azul…
 
A cinco metros son capaces de hacerme cómplice de sus sensaciones más intensas, cuando casi me tocan siento como si pudiera ser ellos con todas sus complejidades, partícipe de lo que les ha llevado a ser quienes son. Un paseo por algunas calles se convierte en ocasiones en un tránsito insoportable que acaba siendo agotador ¿Cuantas vidas podrías vivir tú en un día?. Este frenesí, sin embargo, es capaz de desentrañar algunos de los misterios por los que existo.
 
En su movimiento, estos seres no son capaces de detenerse a escucharse en silencio, viven casi toda su vida sin esas necesarias pausas en las que respirar de verdad, y cuando parece imposible hacer una generalización sobre ellos, te das cuenta de que en su variedad, son geniales y tan diversos, que pocos patrones los unen a todos.
 
20 años solares disfrutando de su compañía, y aún habiendo visitado cien mundos antes, algo me dice que al partir echaré de menos esa cuerda locura, la esperanza envuelta en decadencia, el contraste de unos sentimientos cuyos colores dibujan cielos que jamás había visto ¡Sí! Añoraré a estos seres.
 

Image called: «Universe» by Didok, taken from stock.xchange royalty free gallery.
 
Volví a la calle dónde había dado mi último paseo, esta vez de noche, cuando faltaban un par de horas para el amanecer. La soledad me envolvía y me llenaba de la paz necesaria para el viaje. Contemplé aquel mundo por última vez, y le dediqué mi mejor sonrisa.
 
Rompí el hilo y me desprendí de un cuerpo que se quedó tendido en el suelo, vacío.
 
Mientras me alejaba disfrutaba triste de aquel inmenso azul, con su maravillosa Luna.
 
Miré al frente intentando pensar en la siguiente parada, ya no me quedaban muchas.
 
Apenas recordaba cuando o dónde había nacido, pero tras esa última estación… ya sabía dónde quería morir.

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2 Respuestas

  1. Bruma dice:

    Me ha encantado. Precioso, de corazón.
    Me ha trasladado a esas sensaciones urbanas que tanto me conmueven a veces. La humanidad palpitando en el entorno mas inhumano en el que solo sobreviven los que se toman esos silencios.
    Bravo. :)

    PS: Con este relato se podría hacer un podcast bonito… ^.^

  2. Olga dice:

    Maravilloso! Me fascinan tus relatos, asi profundos, que invitan
    a la reflexión.
    Un abrazo inmenso :))

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