Tu nada

Aquel día tus pasos te llevaron al parque dónde había atracado mi alma-barca unas horas antes. Me viste y sonriente te sentaste conmigo a disfrutar de una buena conversación, sin saber, ingenua, que había agotado mis palabras contigo.
Me llenaste de ramos de margaritas con forma de piropos y elogios gratuitos, que al contacto con mi piel se marchitaban haciéndose ceniza, y así seguiste una y otra vez, con mi mente de viaje, no podía verte, y tan sólo comencé a sentirte cuando una brisa lejana me acercó tu olor.
Alli estabas entre falsas flores y besos, con esa incoherente adoración que siempre me profesaste, entre abrazos y gestos que cuando te conocí sentía tan plenos como sinceros, y que el tiempo me demostró huecos, mientras me atravesabas lentamente alma y corazón con un cuchillo de tres filos.
 

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Y seguías sonriente hasta que las nubes aparecieron en tu mirada cuando extrañada te diste cuenta que no respondía ni me movía, y entonces comencé a leer preguntas en tus retinas, viendo desaparecer tu sonrisa mientras llegaban las mismas.
Tranquilo como si la paz fuera mi sangre, te miraba sabiendo que no entendías nada, que realmente, en tu mundo, las reglas eran las que dibujabas con tu lapicero de colores, por tu pensamiento no cruzaban barcos cargados de culpas, tan solo aviones de papel donde diseñabas tus propios sueños sin contar conmigo. Me hacías promesas que no cumplías, jurabas verdades y buscabas excusas que te hicieran olvidarlas como las huellas que se pierden en el agua, tras la caida de una piedra.
No entendías mi mirada y yo no podía explicártela, ya no.
Antaño yo me sentía el árbol más fuerte de cuantos bosques hubiere, regado por las caricias de tus dedos y la inspiración de tu voz. Hoy, te sabía responsable de parte de mi transformación en encina, con el corcho como piel y un interior lleno de recuerdos que me hacían fuerte.
Me miraste preguntándome qué me había pasado contigo.
Y te miré, borrosa entre mis lágrimas, y te conté como me habías matado entre conveniencia y mentiras, ignorándome cuando más cerca me tenías y te necesitaba tanto como tu a mi…
Y te confesé la verdad de lo que quedaba de los restos del naufragio, cerrando mis ojos y suspirando triste…. «Tu nada»

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Un borrador de hace tiempo, algo triste y gris, pero con esa belleza de los contrastes…
Esta tarde os dejo el color en la voz y letra de un grupo imprescindible.

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2 Respuestas

  1. Earthblues dice:

    Que historia tan triste… pero tiene ese toque tuyo que le das. Que hace que tus historias sean tan especiales y conmovedoras. Gracias por compartirla.
    Un abrazo!

  2. Tegala dice:

    Triste… pero hermoso.

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