El duende de los mocos

Estando yo no hace muchas horas en la cama en estado febril, convulsionando como Chewaka cuando entraba en el hiperespacio el Halcón Milenario, de repente empecé a imaginar el cuerpo desnudo de una mujer a mi lado, con sus dulces labios, su sonrisa, su mirada… y cuando cerraba plácidamente los ojos para sumergirme en el onírico mundo del deseo, escuché una voz.
¿Ya estás otra vez? – dijo una voz aguda
Atontado, incluso más que habitualmente, liberé un – ¿Qué? – sin saber a quien ni a dónde.
De verdad vas a empezar con añoranzas y ñoñerías otra vez ¿No esperarás escribir eso en tu blog? Si, cierto es, una vez fallecida Corin Tellado, han quedado muchos huérfanos del género rosa chillón…
Me incorporé levemente y dirigí la mirada a la cómoda. Allí estaba un extraño ser muy parecido a cómo yo habría imaginado a los Leprechauns irlandeses, vestidos de verde y con algún trébol, el pelo rojo, sombrero… y seguía hablando sin hacer pausas para respirar.
…Y ya puestos ¿Porqué no las adornas con lacitos? Es que ya te vale… ¡Si! ya veo lo que piensas, que soy un concepto mental tuyo… ¡una proyección! pues no, que vengo de una boda en Irlanda, de ahí el traje, el pelo rojo es cosa de familia y el largo de las patillas elección mía, no viene de Loquillo, no soy un puto estereotipo y mucho menos un lamentable concepto mental tuyo.
Resoplé lamentando que la gripe fuera peor de lo que yo esperaba.


Imagen de Oscar Silvestre, cogida de aquí.

Y en qué puedo ayudarte – le dije con voz moribunda
En nada – respondió él enérgico y vital – mi trabajo es tocarte los cojones un rato, figuradamente, no te me vayas a poner cachondo.
¿Trabajo? – pregunté cansado
¡Si! ¿Sabes lo que es? Yo tengo otro trabajo del que no me esta permitido hablar, y he cogido este para pagar la factura familiar de la taberna, que con esto de que nos hagan cuenta, ahí no hay duende que pague nunca y al final vamos a tener que vender nuestro apartamento de verano en sierra nevada para cubrir la cuenta.
¿Y qué tienes que hacer? – respondí, tapándome la cabeza con el edredón
Pues molestarte y hacerte llorar, volverte medio loco… lo normal, vaya. Hasta que no llores no me iré.
Osea que si lloro te vas…
¡Si! Bueno, lo que yo necesito es tu ADN, para entregar el formulario Elf-513 de misión cumplida y que me paguen la comisión en la Confederación de Gripes y Mocos.
¿Te vale con mi sangre? – dije cansado
mmmm ¡Sí! Creo que sí
Saqué un brazo de entre mis mantas y extendí el dedo índice cerrando en puño los demás.
¡Cojonudo! – exclamó alegre el peculiar ser, y segundos después sentí un pinchazo y cómo limpiaba la herida con un trapo. Al acabar concluyó – Pues nada muchacho, que te den mucho por rasca, que se te pase rápido y que se te ocurra una historia que no tenga que ver con cuerpos entre sábanas de seda, desgarradoras heridas y coitus interruptus para tu ego. ¡Innova coño! ¿No te gustaba la ciencia ficción? Pues acaba alguna de esas historias que tienes a medias…
Anda y que te den… ¡Ha sido un placer! – balbucee entre las Sábanas, y me quedé dormido durante las siguientes 20 horas. Al despertarme, estaba bastante mejor de la fiebre, y estaría aún mejor después de la ducha caliente.
Sin embargo, una vez recobrado mi buen estado, me llamaba la atención ese pinchazo en mi dedo índice…

Nota: Cuando escribí el texto estaba a vueltas con un catarro agripado. Aún sigo jugando al parchís con el mismo, pero estoy mucho mejor.

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