Locura Laboral

Menudo día que he tenido… increible, no sé si de bueno (por haber sobrevivido) o de malo, por mucho de lo sucedido.
Hoy era el día de poner en funcionamiento la nueva centralita, un mostruo fabricado por Ericsson que será el corazón de nuestras comunicaciones de voz. Problemas… los tuvimos todos, y había que irlos sorteando como buenamente se podía, con la ayuda de técnicos especializados.
Como eramos pocos, llego un marroquí majísimo que me quería hacer un agujero en la puerta de la oficina para poner fibra, y tenía que empezar hoy por la licencia de obras del Ayuntamiento, así que allí tábamos con el taladro… mientras tanto, mi jefe (el inglés) quería hablar conmigo y yo no leía sus emails, así que al verlo le llamé para solucionar problemas pendientes y poner proyectos en marcha, acabando la conversación preguntándome sobre ciertas dificultades que tenía al hablar hace unas semanas en Barcelona, donde antes de Montemeló tuve que trabajar para la empresa un día con 4 compis ingleses, que le hablaron de mis problemas orales… total, menudo cachondeito que se tenía mi boss con eso del piercing y mi primera fatídica semana, cuando entenderme llevaba su tiempo… jejeje, menos mal que me contuve y no le hablé de mi meta de alcanzar el sumo estado de la mitología celta de ser un Maestro del Cunnilingus, que si no…
Mientras tanto, en mis paseos reparadores de teléfonos, acabé en una de las plantas con una llamada de móvil… cogí el movil personal, y no era, evidentemente, era la melodía del Nokia 6100 de empresa, pero al cogerlo, algo seguía sonando como mi móvil pero no era ese… miré a mis pantalones y por un momento temí que cierta parte de mi cuerpo hubiera adquirido voz propia y me llamara para contarme sus necesidades… pero no, no era así, tenía otro móvil idéntico en el otro bolsillo… ¿de quien coño era? Mirando su agenda y analizando mis rutas encontré al preocupado portador, y tras mis disculpas, más tareas…
Contento por las promesas salariales de mi jefe dejé la oficina, agotado y cansado pero satisfecho… hay días que se roza la locura, supongo que no tiene ningún mérito llegar a tocarla y dejarla de lado ¿o sí? ;-)
Un abrazo familia